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Historia

Nacida en una antigua y remota ciudad élfica donde aprendió el uso de la herbomancia así como a comunicarse con la naturaleza, de la misma forma que aprendió algunas cosas básicas sobre la magia blanca puesto que nunca presentó una gran habilidad con las armas. Así transcurrió su vida tranquilamente hasta que llegó al centenar de años, momento en el que decidió salir de la ciudad para explorar el mundo exterior y ver que clase de criaturas y gentes habitaban el mundo.

Debido a su curiosidad viajó por una gran variedad de regiones conociendo así los diferentes tipos de flora y fauna que poblaban aquellas lejanas tierras, aprendiendo como vivían mientras conocía, también, las diferentes culturas de los habitantes que encontraba. Durante su viaje llegó a tierras lejanas donde la nieve y el hielo cubrían incluso más allá de donde su vista alcanzaba, lugar que le resultó de lo más fascinante al ser tan diferente de su ciudad natal haciendo que decidiese vivir allí por un tiempo aunque el frío le resultaba un tanto molesto al estar acostumbrada a temperaturas más suaves y húmedas. Con esta decisión terminó buscando un lugar donde poder residir mientras aprendía de aquellas tierras tan lejanas no obstante, debido precisamente a la lejanía de estas, llamaba la atención su condición de elfa pues no era muy común ver a los de su raza por allí. Si bien al principio esto no le importaba mucho la cosa cambió cuando algunas personas comenzaban a tratarla como si fuese alguien inferior o incluso que alguna banda criminal llegar a intentar capturarla con la intención de venderla al mejor postor.

Todo esto la llevó a escapar de aquella pequeña ciudad, terminando por perderse en una zona montañosa en plena ventisca. Como era de esperar no estaba preparada para poder hacer frente a una situación como aquella así que en un intento de encontrar un refugio con las fuerzas que le quedaban acabó por toparse con la entrada de un antiguo templo en el cual se refugió. Si bien en un primer momento no tenía intención de adentrarse demasiado en este, pues pretendía irse en cuanto la ventisca cesase, pese a ello una extraña presencia mágica la envolvió como si la invitase a explorar aquel lugar que parecía abandonado. Le llevó algunos minutos decidirse pero finalmente sus piernas comenzaron a moverse para llevarla al interior de la construcción, pudiendo apreciar los peculiares grabados e inscripciones de las paredes que relataban, o al menos así daban a entender, algún tipo de historia antigua aunque  no podía llegar a leer o comprenderla del todo.

Tras curiosear un poco, aunque sin detener su paso, encontró una gran sala donde unas escaleras llevaban hasta un altar situado al final de la misma y desde donde provenía aquella extraña presencia. Aunque aun dubitativa su curiosidad terminó de empujarla hacia las escaleras subiendo así hasta alcanzar aquel altar donde una pequeña joya flotaba emitiendo un tenue brillo azulado. Como era de esperar Nalaena tocó aquella joya, momento en el que esta se elevó antes de emitir una luz aun más brillante seguida de una voz que hablaba directamente en su cabeza.

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-¿¿??: Ha pasado mucho tiempo desde que alguien reclamaba mi presencia... ¿Quién eres y qué es lo que buscas.-

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La elfa titubeó unos instantes, dando incluso algunos pasos atrás debido a que no entendía que estaba sucediendo, por no hablar que aquella presencia tenía un poder que sin dudas superaba sus capacidades por mucho. Tras unos segundos decidió responder, esperando no molestar a lo que fuese que estaba hablando.

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-Nalaena: M-Me llamo Nalaena, tan solo soy una elfa viajera que desea ver cómo es el mundo. No era mi intención molestar, me refugié aquí a la espera de que cesase una ventisca y solamente... Solamente sentí curiosidad por este sitio, no era mi intención llevarme la joya cuando la toqué.

¿¿??: ¿Una elfa? Es extraño ver a criaturas de los bosques en parajes como estos y más aun en este lugar... Eres la primera visita en varios miles de años, y posiblemente la única que reciba en otros miles si es que alguien más llega hasta aquí.- Unos instantes de silencio interrumpieron sus palabras. -La verdad es que no poder salir de aquí es bastante aburrido, incluso pensé que nunca más volvería a poder hablar con otro ser. Dime, ¿qué te parecería hacer un contrato? Si estuviese ligado a alguien podría salir de este lugar, por supuesto tú recibirías a cambio mi protección y el conocimiento sobre diversas artes.

Nalaena: ¿Un contrato?- Repitió antes de pensárselo durante unos instantes, algo más relajada al ver que aquel ente no pretendía dañarla. -¿Qué debería hacer exactamente? Supongo que tendrás ciertas condiciones.

¿¿??: Veo que vas directa al grano, eso es bueno. Vamos, hay seis condiciones... Primera condición: Nunca podrás preguntar nada dentro de mi ámbito personal. Segunda condición: Nunca podrás decirle a nadie que me conociste en este templo. Tercera condición: Solo podrás llamarme cuatro veces diarias, con un máximo de ocho horas repartidas entre ellas. Cuarta condición: Si en algún momento creo que puedes correr peligro deberás seguir mis instrucciones al pie de la letra. Y Quinta condición: Debes hacer una ofrenda semanal a los espíritus invernales.

Nalaena: No parecen ser demasiado problemáticas así que no veo problema alguno en aceptarlas pero... ¿No habías dicho que eran seis condiciones?-

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Fue en aquel momento cuando el cristal adoptó la forma de un pequeño felino, dando un par de volteretas en el aire en dirección a la elfa antes de caer en las manos de esta que había extendido para cogerlo al vuelo en un intento de que no cayese.

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-¿¿??: Sexta condición: ¡Debes acariciarme diariamente! Pero si ya has aceptado las otras entonces puedo dar por sellado nuestro contrato a menos de que tengas alguna objeción al respecto.

Nalaena: No, no creo que haya problema alguno con eso.- Respondió no sin antes parpadear un par de veces al ver aquel pequeño animal. -Aunque... Aun no me has dicho tu nombre.

Snowey: ¡Puedes llamarme Snowey! ¡Un placer viajar contigo, Nalaena!

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De esta forma Nalaena selló su contrato con Snowey, continuando su viaje por aquella región nevada durante cerca de un año antes de volver a retomar el camino hacia otros parajes que aun esperaban ser vistos por sus ojos. Durante ese tiempo su nuevo compañero le enseñó a manejar diferentes elementos así como ayudarla a mejorar sus otras habilidades, terminando por convertirse en el mejor amigo de la elfa.

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Corrupción

Habían pasado dos años desde que conoció a Snowey, habiendo pasado bastante desde que abandonó las tierras heladas del norte y aun más desde que dejó su ciudad natal pues ya rondaba los ciento diez años. Por aquel entones había llegado a la capital de un reino en pleno auge, lugar donde se reunían razas de todas partes aunque esto no conseguía que ella dejase de mostrarse recelosa con a la hora de indicar su procedencia incluso a pesar del hecho que no era la única elfa por allí.

Pasó las primeras semanas explorando y conociendo la ciudad, llegando a pensar incluso que sería un buen lugar para establecerse de cara al futuro debido a todas las posibilidades que ofrecía. Fue allí, un día que se adentró en el casco viejo, donde conoció a una joven de cabellos azulados que parecía encontrarse en problemas o al menos eso pensó en un primer momento. La escena daba a entender que aquello muy posiblemente se trataba de un atraco, algo bastante común en una zona como esa, así que se acercó dispuesta a ayudar a aquella desconocida.

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-Nalaena: ¡Alto! ¡No permitiré que sigáis con esto!-

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Los delincuentes se giraron en dirección a la elfa que ya estaba lista para inmovilizarlos con su herbomancia, no obstante su intervención fue totalmente innecesaria pues en el momento que aquellos hombres apartaron la vista de la peliazul esta se deshizo de ellos en un abrir y cerrar de ojos al estamparlos contra las paredes de alrededor. Sin dudas aquello pilló por sorpresa a la elfa que no supo muy bien como reaccionar durante unos instantes hasta que terminó por acercarse a la contraria para ver si estaba bien.

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-Nalaena: ¿Te encuentras bien? ¿Te han llegado a herir?-

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Preguntó con cierta preocupación mas solo obtuvo por respuesta un cabeceo de la ajena a modo de afirmación ante la primera pregunta antes de que esta se alejase lentamente girándose únicamente para decir apenas unas palabras.

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-¿¿??: Plaza central, siete y media.

Nalaena: ¿E-Eh...?-

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No hubo más intercambio de palabras pues la peliazul no volvió a girarse, así que Nalaena retomó su camino aunque de lo más confusa por aquella situación pensando incluso que la contraria era un tanto extraña o maleducada por como había acontecido todo. Fuese como fuese el caso terminó por ir al lugar y hora que le había indicado aunque no sabía muy bien que iba a salir de todo aquello pero no perdía nada por darle una oportunidad.

A pesar de que había llegado algo antes de tiempo la reunión con la peliazul no se hizo esperar mucho pues esta también había acudido un poco antes de la hora indicada. Así pues se acercó a ella con cierta curiosidad por saber la razón de haberle indicado que acudiese allí.

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-Zauna: Perdone mis modales de antes, tenía algo de prisa. Soy Zauna, maid de batalla, encantada de concocerla.- Se presentó con una ligera reverencia para sorpresa de la elfa.

Nalaena: ¡O-Oh! ¡U-Un placer Zauna, yo soy Nalaena, una druida!. -Respondió aun con cierta sorpresa por aquellos modales de la contraria. -La verdad es que me sorprendiste un poco la manera en la que te fuiste, aunque si tenías prisas supongo que no pasa nada. Por cierto, ¿qué es exactamente una maid de batalla?

Zauna: Una maid de batalla es una sirvienta que, a parte de las tareas típicas asignadas en por el empleador, también pueden desenvolverse en conflictos sin problema alguno. Solemos ser bastante reclamadas por gente adinerada que tiene algún que otro enemigo.

Nalaena: Es la primera vez que escucho de algo así... Que trabajos tan curiosos hay por el mundo... Aunque también es cierto que contar con alguien que pueda defenderte es bastante útil en estos tiempos.

Zauna: ¿Estos tiempos? ¿Acaso tiene usted algún enemigo?- Preguntó ladeando ligeramente su cabeza.

-Nalaena: No, no es eso, pero si que es cierto que algunas veces he tenido problemas dependiendo de la región, aun así me las he conseguido arreglar.

Zauna: Si lo desea puede contratarme, mi último contrato finalizó hace poco y ahora mismo no dispongo de ninguna solicitud.

Nalaena: ¿E-Eh...? No sabría decirte... No soy alguien tan importante ni tampoco dispongo de tanto dinero como para poder pagarte de forma periódica.- Se frotó la nuca sin saber muy bien como actuar ante aquello, si bien era una idea interesante estaba algo fuera de su alcance. Aun así la contraria parecía tramar algo.

-Zauna: En ese caso podríamos hacer un trato; tengo que llevar un paquete al reino vecino y hacer algunos encargos por allí para la sede de maids. Pensaba ir con alguna de mis compañeras pero si usted me acompaña y me ayuda con esto a cambio yo podría prestarle mi ayuda si lo necesitase.-

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Aquella oferta resultó ser del agrado de Nalaena pues no solamente podía ayudar a alguien sino que ella recibiría ayuda en un futuro si así lo necesitase. No dudó en aceptar aquella oferta poniéndose en marcha al reino vecino al día siguiente en compañía de Zauna, siendo este un largo viaje que les llevó varios días en los cuales aprovechó para tratar de conocer un poco mejor a aquella joven aunque esta no solía decir mucho más allá de lo necesario.

Al llegar a la ciudad en cuestión del país vecino Zauna le pidió que fuese a recoger un pequeño cofre en una tienda a las afueras mientras ella se ocupaba de lidiar con lo más problemático. Así pues, pese a que ya estaba atardeciendo, la elfa buscó la tienda en cuestión en la cual recogió aquel pequeño cofre tras explicar que iba de parte de la peliazul, saliendo de nuevo para regresar junto a la misma y ver que tal le por su parte. Mientras salía de la tienda chocó con una mujer que entraba en ese mismo momento, disculpándose al instante.

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-Nalaena: ¡Lo lamento mucho, disculpe, no estaba prestando atención!

¿¿??: No pasa nada, jovencita, tan solo se más cuidadosa la próxima vez, podrías hacer enfadar a alguien~-

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Durante unos segundos quedó embelesada ante la elegancia y belleza de la contraria, la cual vestía con prendas bastante oscuras,pero en cuanto volvió en si hizo una pequeña reverencia a modo de disculpa antes de marcharse de aquel lugar. Pues no quería hacer esperar demasiado a su compañera, incluso tal vez podría echarle una mano si quedaban muchas cosas que hacer.

A pesar de su intención de regresar una voz llamó su atención tras un rato caminando, momento en el que se giró viendo de nuevo a aquella mujer con la que había chocado antes en la tienda. No sabía muy bien por qué la había parado pero tal vez es que quería decirle algo al respecto o simplemente que ambas iban en la misma dirección y quería charlar un poco. Así que, con toda su inocencia, se detuvo risueña para escucharla.

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-Nalaena: ¿Ocurre algo? Espero no haberle hecho daño antes.

¿¿??: No te preocupes por ello, la verdad es que te he llamado por otra razón.- Respondió haciendo una breve pausa. -Verás, alguien me ha encargado conseguir cierto objeto pero para mi sorpresa resulta que alguien ha llegado antes y se lo ha llevado... Casualmente cuando he preguntado al dependiente me ha dicho que has sido tú la que se lo ha llevado así que me gustaría que me lo dieses, si hace falta te pagaré lo que ha costado, después de todo me han proporcionado dinero para comprarlo.

Nalaena: Lo siento pero... No puedo vendértelo, le prometí a alguien que le ayudaría con su trabajo así que tengo que llevarle este cofre.- Respondió apartando un poco la mirada como si le supiese mal no poder ayudarla con aquello.

-¿¿??: ¿Entonces no hay ninguna posibilidad de que me des el cofre?

Nalaena: Me temo que no, lo lamento...

-¿¿??: Ya veo...~-

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Aquello fue todo cuanto respondió aquella desconocida momentos antes de que un destello pasase casi rozando su pecho, algo que podría haber supuesto una seria herida de no ser porque un fuerte viento empujó a Nalaena para apartarla de la trayectoria. Necesitó parpadear un par de veces y algunos segundos para percatarse de que la contraria la había atacado con una daga sin ningún tipo de miramiento, incluso podía ver como sonreía a pesar de aquel acto.

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-Nalaena: ¡¿Q-Qué demonios estás haciendo?! ¡Eso es peligroso!

Snowey: Nalaena, no trates de dialogar con ella. Sal de aquí cuanto antes, el poder que tiene no es el de una cualquiera.- Habló directamente a la mente de la elfa con intención de poner en práctica uno de los puntos de su contrato.

-¿¿??: Hacía tiempo que nadie esquivaba un ataque así de rápido. Dime, ¿cómo lo has hecho? ¿Cuál es el truco~?- Preguntó con una sonrisa algo más amplia a la vez que se posicionaba para atacar de nuevo.

-Snowey: ¡Nalaena! ¡Ponte en marcha, ahora!-

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Si bien su naturaleza amable la llevaba a querer solucionar aquello no pudo ignorar la orden de Snowey al escucharlo tan preocupado, así que en un instante se dio la vuelta para salir corriendo tratando de escapar de aquella mujer. Por desgracia su atacante era extremadamente rápida, incluso haciendo uso de la aeromancia para aumentar su velocidad no podía despegarse de su espalda a aquella mujer que lograba alcanzarla para atacarla cada vez que estaba lo suficientemente cerca.

Si bien pudo esquivar durante un rato los ataques estos se iban haciendo cada vez más rápidos e imprevisibles, pero lo peor es que sin darse cuenta se había estado alejando del centro de la ciudad hasta el momento en el que se percató de que había salido del territorio de esta. Aquello suponía un problema mayor pues no podría pedir ayuda ni deshacerse de ella así como así. Sabía que si quería salir viva de aquel encuentro iba a tener que lucha por mucho que no le gustase la idea de tener que dañar a otros. De esta forma tomó una distancia de precaución respecto a la contraria, invocando a Snowey para que la ayudase con aquel problema.

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-Nalaena: Se que me has dicho que escapara, pero si no la detengo ahora no creo que pueda salir de una pieza.

Snowey: Supongo que tendremos que enfrentarla... No hagas locuras y presta atención, un pequeño error podría costarte la vida.- Snowey sabía que aquello iba a ser complicado así que tendría que ayudar en todo lo posible a Nalaena.

-¿¿??: Vaya, no sabía que te acompañaba una criatura tan adorable. Supongo que no hay problema alguno si me encargo también de él, ¿no?

Snowey: Veo que los de tu clase seguís siendo igual de problemáticos, y yo que pensaba que ibas a ser más amable, jovencita.

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Aquella mujer cambió ligeramente su sonrisa como si el ser llamada jovencita no le hubiese hecho demasiada gracia, lanzando tres dagas a Nalaena antes de saltar hacia ella girando en el aire de forma que trazaba rápidos cortes con la intención de golpearla. Por su parte la elfa creó un escudo de hielo con el que se protegió de las dagas momentos antes de cubrirse contra el ataque directo para contraatacar con una ola de frío que congelaba y generaba hielo a su paso aunque su oponente lo esquivó con bastante facilidad de un solo salto.

La pelea transcurrió de forma en la que la mujer lanzaba sus dagas y aprovechaba los huecos desprotegidos para atacar mientras que Nalaena se centraba en defender como podía pues, una vez más, la contraria cada vez se movía con más rapidez llegando a ser difícil seguirle el ritmo. Lo que llamaba especialmente la atención de la elfa es que, por la expresión ajena, su oponente parecía estar divirtiéndose con todo aquello y que no estaba siendo más que un juego. No fue sino hasta que se quedó sin dagas que no cambió su forma de atacar, mostrando entonces su habilidad con la umbramancia al atacarla directamente con sombras que eran mucho más difíciles de detener incluso con el uso de la criomancia.

Mientras que Snowey la ayudaba aumentando sus poderes así como atacando mientras que ella seguía manteniendo una posición defensiva que poco a poco se veía superada por las habilidades ajenas hasta que consiguió alcanzarla propinándole una patada de forma que la elfa salio volando algunos metros.

Nalaena trató de levantarse lo más rápido que pudo pero la azabache la alcanzó con una de sus dagas, haciéndole un profundo corte en el costado de forma que Nalaena emitió un fuerte grito de dolor. La sangre no tardó en aparecer aunque de una forma más abundante de lo que esperaba, llevando ambas manos al lugar en cuestión para aplicar magia curativa.

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-¿¿??: Eso no funcionará, es una pérdida de tiempo. Por mucho que lo intentes volverá a abrirse.-

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Si bien  parecía que aquella mujer hablaba enserio la herida no volvió a abrirse ni hubo ninguna señal de que se hubiese curado mal una vez que Nalaena terminó de usar su magia curativa, volviendo a ponerse en pie para seguir enfrentando a la contraria. Enseguida percibió una peculiar expresión en la cara ajena, viendo que la sonrisa que había mostrado hasta ahora había sido sustituido por una expresión de sorpresa e incredulidad en la que incluso cesó sus ataques durante unos segundos.

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-¿¿??: Parece que después de todo eres un problema mayor de lo que pensé... Tendré que terminar con esto cuanto antes, aunque para premiar que eres la primera en evadir mi maldición te concederé el honor de presentarme ante ti. Soy Anastasia de la Rosa Negra, aunque pronto lo olvidarás junto con todo lo demás.-

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De nuevo apareció la sonrisa en el rostro de aquella mujer, lanzándose contra la elfa una vez más con la intención de matar a esta lo antes posible y recuperar aquel pequeño cofre. Pese a que Nalaena trató de defenderse no pudo reaccionar ante la velocidad de la contraria pues tan solo pudo poner el cofre entre ella misma y la azabache en un acto reflejo para defenderse aunque, incluso con aquello, la daga de Anastasia la alcanzó de pleno. Aquella daga había atravesado el cofre y apuñalado a la elfa a la altura del estómago haciendo que algo de sangre brotase de sus labios tras toser debido a la profundidad de la herida.

Al ver que había dañado el cofre la contraria frunció el ceño mientras trataba de sacar la daga que, por alguna razón, se había quedado estancada. No tardó en ver como un extraño líquido cristalino y oscuro salía del cofre, recorriendo el arma hasta llegar a la herida de Nalaena para introducirse en el cuerpo de esta a la vez que caía al suelo. En un primer momento no parecía que fuese a pasar nada hasta que el cristal azulado que portaba cobró un color violeta haciendo que Snowey desapareciese como si la invocación hubiese sido cancelada. A su vez la elfa fue cubierta por una neblina oscura que, al disiparse, permitió verla  de nuevo en pie aunque con una vestimenta diferente.

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-Anastasia: Vaya, ¿acaso ahora es cuando vas a ponerte seria~?-

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Dijo de una forma un tanto burlona hasta que una pequeña sombra pasó a gran velocidad rozando su rostro, lugar en el que apareció un pequeño corte. Al instante el rostro de la azabache cobró una expresión aun más seria que antes, volviendo entonces a retomar aquel enfrentamiento una vez más aunque fue entonces cuando todo se volvió oscuro para la elfa.

Cuando Nalaena volvió a reobrar el sentido se encontraba tumbada en una cama de algún lugar que no reconocía. Necesitó algunos segundos para incorporarse mientras se preguntaba que había sucedido.

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-Zauna: Al fin despierta, ha estado tres días durmiendo.

-Nalaena: ¿Tres días? ¿Qué se supone que ha pasado?

-Zauna: Sentí que había alguien luchando con magia en las afueras de la ciudad, así que me acerqué a ver y te encontré enfrentándote contra una mujer de apariencia sombría. Traté de ayudarla pero por alguna razón no me reconoció y me atacó también, aunque al final cayó inconsciente cuando se ocupó de aquella extraña.

-Nalaena: ¿T-Te ataqué?- Preguntó ahora temblando mientras recordaba algunas escenas de aquel día aunque nada de lo que pasó una vez fue cubierta de oscuridad. -¿Q-Qué sucedió con aquella mujer? ¿Acaso...?

-Zauna: Se escapó, aunque por su expresión no sería de extrañar que volviese de nuevo tarde o temprano. Por eso mismo ya he preparado todo para irnos de aquí, La sede también está de acuerdo con esto así que de ahora en adelante me encargaré de acompañarla.-

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Nalaena no estaba muy segura de que iba todo aquello pero tras guardar todas sus cosas ambas partieron con la intención de alejarse de allí, iniciando entonces el viaje de ambas para encontrar una solución a aquello que le había pasado a la elfa o al menos así pensaba ella. 

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