
HISTORIA
Imperia nació en una remota aldea aunque conocida por entrenar a magos de gran poder y prestigio. Puesto que nunca conoció ni supo nada acerca de su padre vivió únicamente con su madre en una pequeña case a las afueras de la aldea. Desde temprana edad mostró gran interés por la magia así como una gran inteligencia, lo que incitó a su madre a matricularla en la academia de magos a los cuatro años con la intención de que pudiese aprovechar aquel potencial que mostraba. Si bien a aquella temprana edad no se les enseñaba cosas demasiado complicadas si que aprendían las bases mágicas así como algunos hechizos sencillos, aun así los alumnos más avanzados eran recompensados con algunas enseñanzas extras para pulir aun más la base de lo que sería su poder en un futuro.
La semidemonio destacó desde el inicio en el campo de la magia, siendo esta una de las mejores alumnas que había habido en bastante tiempo junto con otra de sus compañeras, llamada Kalista, la cual terminó convirtiéndose en su mejor amiga con el paso del tiempo. De esta forma pasaron los primeros años los cuales fueron bastante sencillos pues las clases se limitaban a aprender y practicar de forma que todos desarrollaban con rapidez sus habilidades aunque había una gran diferencia de nivel en los alumnos más adelantados. Por otra parte en el tiempo libre aprovechaba para jugar con Kalista en los alrededores de la aldea así como hacer pequeñas batallas mágicas entre ellas con las que aprovechaban para entrenar aun más por su cuenta. No era extraño verlas competir en más de una ocasión para ver quien era la mejor maga.
-Kalista: ¡Decidamos hoy quien de las dos es la mejor con la magia de tierra!
Imperia: ¿Otra vez? Pero si te gané la última vez.
Kalista: ¡Eso es mentira! ¡Quedamos en empate y además tú hiciste trampa al usar un escudo de agua!
Imperia: ¿Escudo de agua? No se que es eso...- Respondió silbando.
-Kalista: ¡Siempre dices lo mismo! ¡Tramposa!-
Muchos de los enfrentamientos comenzaban de forma similar, discutiendo por quién había ganado y quién no hasta que comenzaban a lanzarse hechizos hasta que ambas terminaban por caer rendidas siendo un empate el cien por cien de las veces.
Tras un par de años estudiando en la academia tanto ella como sus compañeros fueron promovidos a las clases principales donde comenzaría la verdadera enseñanza así como las pruebas más duras que determinarían quienes tendrían un mayor futuro como magos. Llegado aquel momento los alumnos fueron internados en la academia para centrar todo su tiempo en el aprendizaje de las diferentes ramas de la magia así como las subramas respectivas. Nada más comenzar el nivel de estudios se había multiplicado haciendo que los pocos alumnos más atrasados en el temario tuviesen que abandonar el lugar al no tener el nivel necesario. Los que quedaron dedicaban largas horas a la lectura y estudio de libros antiguos así como a la práctica de todo lo que iban aprendiendo pues no ser capaz de realizar los procedimientos acordes podía terminar en la expulsión.
Únicamente el último día de cada semana tenían la tarde libre para poder dedicarla a otras cosas aunque sin poder salir más allá de los alrededores de la academia que normalmente eran usados como zonas de pruebas al aire libre. Solamente una vez cada tres meses recibían el permiso de salir del lugar para visitar a sus familiares o amistades, aunque esto era más bien un privilegio para aquellos que mantenían un nivel óptimo en sus estudios. Siendo de esta forma Imperia y Kalista se aseguraban de aprovechar el poco tiempo libre para imaginar como sería su futuro cuando ambas fuesen grandes magas mientras que los días que podían salir cada una iba a visitar a sus respectivos familiares. Por otra parte, cuando estudiaban, también preferían hacerlo juntas pues en muchas de las ocasiones hacía falta un compañero para comprobar la efectividad de los hechizos siendo la mejor opción alguien a la misma altura.
De aquella forma pasaron cuatro años, teniendo Imperia diez años en ese entonces. Para aquel momento más de la mitad del grupo original había abandonado o sido expulsado de la academia por no poder seguir el estricto y explotador ritmo de los estudios. No obstante los que quedaron no lo tuvieron más fácil pues se les dio a elegir la opción de marcharse en aquel momento y ser reconocidos como magos o quedarse y alcanzar la grandeza a cambio de un elevado precio. Y así fue, las clases comenzaron a ser más peligrosas pues los errores terminaban con graves heridas al no poder controlar bien la magia, por no hablar que en muchas ocasiones estos errores eran castigados con golpes o torturas que duraban varios días. No era muy extraño que alguno de los compañeros desapareciese algunos días, aunque por suerte para Imperia, Kalista y los otros pocos que formaban el mejor grupo no tenían que preocuparse de aquello aunque no les quedaba de otra que hacer la vista gorda para evitar problemas.
Con el tiempo no tardó en sumarse otro tipo de práctica de gran riesgo en la cual los alumnos tenían un cierto límite de tiempo para salir de la academia para explorar antiguas ruinas o lugares recónditos en busca de ingredientes, materiales o artefactos de gran valor. Estas expediciones se hacían mayormente en solitario pues ponían aprueba los conocimientos y capacidades de cada alumno a la hora de buscar y recolectar así como sobrevivir por su cuenta. Fue en esta época cuando Imperia aprendió sobre la naturaleza de las diferentes criaturas mágicas pues no faltaba expedición en la que no fuese atacada por alguna de estas, viéndose en más de una ocasión corriendo por su vida de forma que terminó desarrollando la capacidad para correr a grandes velocidades pese a que su forma física nunca resultó muy buena. Si bien en algunas ocasiones hizo frente a las amenazas que encontraba otras como quimeras, hidras e hipogrifos la acorralaron más de una vez haciendo que, tras conseguir su objetivo, terminase regresando a la academia con los ojos rojos de tanto llorar o con un extraño olor a orina que nunca explicó a que se debía.
Los tiempos libres también se redujeron pues quedaron sin días de descanso y los días de visita pasaron a ser una vez cada cuatro meses. Poco a poco el número de alumnos también fue descendiendo y no por ser expulsados sino porque las expediciones terminaban dejando más de un cadáver atrás, incluso algunos hechizos terminaban con la vida de algún que otro alumno al descontrolarse.
Para cuando Imperia cumplió doce años un grupo de apenas diez alumnos había logrado permanecer en la academia, siendo aquel el último año pues la dificultad de los hechizos, pociones, runas, alquimia y otros ya estaban muy por encima de lo que se esperaría de alguien con conocimientos avanzados. Aquel año la semidemonio comenzó a especializarse en la magia ofensiva al igual que Kalista, convirtiéndose ambas en hechiceras de alto nivel, a su misma vez otros dos compañeros también eligieron aquel camino mientras que el resto optó por magia defensiva o magia espiritual. Todo parecía ir bien en su progreso hasta que el último día de visita llegó, momento en el que, al volver a su casa, descubrió que su madre había contraído una enfermedad la cual no parecía tener cura alguna. Ante aquello Imperia decidió que usaría sus conocimientos para conseguir una cura una vez se graduase. Con aquel objetivo en mente regresó a la academia donde estudió cuanto pudo acerca de magia curativa y antiguos hechizos perdidos en el tiempo pero no logró encontrar nada que pudiese ser de utilidad.
El tiempo pasó y llegó el día del examen final en el cual los separaron en parejas para que se enfrentaran entre ellos, lamentablemente solo los victoriosos conseguirían avanzar por el camino de la magia pues el requisito para vencer era matar al compañero que habían seleccionado. En el caso de Imperia su compañera fue Kalista la cual, al igual que ella, no parecía tener intención de seguir con aquel juego así que la semidemonio le propuso buscar alguna forma de escapar de allí las dos juntas. Si bien aquel plan parecía ser la mejor opción la sala del examen no dejaba escapatoria alguna al estar fortificada con un poderoso sello que no solamente permitiría la fuga de nadie sino que devolvía los golpes e incluso generaba hechizos ofensivos contra ellas al no haber progresión alguna. Fue entonces, al verse acorralada, cuando Kalista atacó a Imperia con un hechizo explosivo que impactó de lleno en esta.
-Kalista: Lo siento, pero no puedo quedarme aquí.
Imperia: ¿Qué quieres decir?-
Fue cuanto dijo antes de volver a atacarla aunque en esta ocasión Imperia se defendió con un escudo aunque no tardó en verse bombardeada por los hechizos de la contraria. En un primer momento trató de aguantarlos pero al final su escudo cedió viéndose golpeada por estos hasta que dejó de moverse, aun entonces recibió algunos golpes más antes de que Kalista decidiese acercarse para comprobar el estado de Imperia a la cual observó unos instantes antes de alejarse lentamente. Fue entonces cuando Imperia lanzó un hechizo contra Kalista, haciéndole una grave herida en la espalda antes de ponerse en pie a duras penas. Mientras Kalista trataba de recuperarse la semidemonio agachó la cabeza preparando un segundo hechizo el cual estuvo a punto de cancelar.
-Kalista: ¿Q-Qué pasa? ¿Acaso no e-eres capaz ni de terminar lo que has e-empezado? Siempre haces lo mismo... ¡Siempre te contienes cuando luchamos! ¡Deja de menospreciarme! ¡¿Acaso te crees mejor que todos los demás?!-
La contraria consiguió girarse con la intención de contraatacar, haciendo que Imperia se asustase y terminase por lanzar aquel hechizo que generó varias estacas de hielo atravesando el cuerpo de la que había sido su mejor amiga. La sangre salpicó por el lugar a la vez que la semidemonio caía de rodillas temblando y entre lágrimas, llegando incluso a vomitar.
Pasó un largo tiempo hasta que Imperia fue capaz de salir de su habitación de la academia, siendo entonces reconocida como una gran hechicera pues incluso recibió un grimorio especial como recompensa por haber completado el curso entero. Regresó entonces a su casa esperando poder curar la enfermedad de su madre, la cual encontró sentada en la cama con un sombrero entre sus manos.
-¿¿??: Me llegó una carta hace unos días diciendo que habías conseguido aprobar el curso... Felicidades.
Imperia: ¡No tenías que molestarte! ¡Sabes que no puedes salir de casa en tu estado, debes guardar reposo.- Reprochó a la mayor aunque no tardó en coger el sombrero con una sonrisa. -Aun así... Gracias, mamá.
Tras ponerse el sombrero fue un momento al espejo para poder verse mejor con este. Era un gorro un tanto peculiar pero del agrado de la hechicera así que con intención de darle las gracias a su madre volvió a girarse viendo a esta caer al suelo. No dudó un solo segundo en usar su magia curativa en un vano intento por solucionar algo, pero esta dejó de respirar al poco tiempo. Buscó en su nuevo grimorio algún hechizo que pudiese ser de ayuda pero este solamente incluía hechizos ofensivos pues su utilidad era la de potenciar en lo que se había especializado. Ante aquella situación recurrió a un método desesperado usando un poderoso hechizo de sellado que cubrió el cuerpo de su madre en un cristal que evitaría que el tiempo pasase sobre ella.
Todo lo que había aprendido parecía no servir de nada así que, con una última meta en su mente, se alejó de la aldea junto con el cuerpo sellado de su progenitora, enterrándola en un lugar donde nadie la encontrase hasta que ella regresara a buscarla.
-Imperia: Todos estos años no han servido para nada pero... ¡TE PROMETO QUE ME CONVERTIRÉ EN LA MAYOR HECHICERA DE TODOS LOS TIEMPOS! ¡ENCONTRARÉ LA FORMA DE CURARTE! ¡NO PARARÉ HASTA ENCONTRARLA, AUNQUE TENGA QUE SOBREPASAR A LOS DIOSES NADIE ME DETENDRÁ!-
Gritó entre lágrimas antes de abandonar aquel lugar, convirtiéndose en una hechicer que viajaba alrededor del mundo en busca de todo el conocimiento que podía conseguir.
Decidida salió de viaje con la intención de cumplir su promesa, siendo su primera parada la capital del país donde terminó perdiendo sus ahorros cuando le robaron la cartera en un pequeño despiste. Aquello la llevó a tener que dormir en un establo del barrio viejo donde fue atacada por algunos criminales que había allí despertándola de forma brusca.
-Asaltante 1: ¿Pero que tenemos aquí? ¿Acaso la pequeña se ha perdido?
Asaltante 2: Oye, mira esas ropas, seguro que es alguna aristócrata extravagante de esas que se ha escapado de casa. Si pedimos un rescate nos darán bastante dinero.
Asaltante 1: Pero antes de eso busquemos su cartera, seguro que está repleta de dinero.- Mencionó antes de agarrar a la hechicera de la muñeca y alzarla en el aire.
-Imperia: ¡No tengo nada de dinero ni pertenezco a ninguna familia rica! ¡Soltadme!- Pese a sus intentos de forcejeo no logró soltarse, de hecho terminó por llevarse algún que otro golpe.
-Asaltante 3: La cría tiene razón, no lleva nada de dinero. ¿Acaso es tan idiota que se ha escapado sin sus ahorros?
Asaltante 1: Sea como sea podemos pedir un rescate. Tú, ¿cual es tu nombre para que podamos buscar a tu familia?
Imperia: ¡Ya os he dicho que no soy de ninguna familia rica! ¡Y yo soy la gran hechicera Imperia Guthdinohelmchard!- Se hizo un pequeño silencio acompañado de algunas risas.
-Asaltante 1: ¿Qué mierda de apellido es ese? Es tan raro y estúpido como tu gorro, seguro que tu familia es de lo más rarita.- Aquello fue lo último que le respondió mientras trataba de quitarle el gorro, momento en el que la cara de Imperia se puso roja de la rabia e ira.
-Imperia: ¡JAMÁS VUELVAS A REÍRTE DE MI APELLIDO O MI GORRO! ¡TE MATARÉ, OS MATARÉ A TODOS!-
En un instante un cúmulo de lanzas de hielo aparecieron en el suelo tras el primer asaltante, aravesándolo a la altura del vientre de forma que los intestinos de este salieron fuera antes de caer hacia atrás y soltar a la hechicera. Los otros dos tardaron en reaccionar, lo cual aprovechó ella para conjurar una llama de gran temperatura en la cabeza de uno hasta calcinarlo entre gritos mientras que al último lo bombardeó con esferas metálicas aplastando su cuerpo desde todas las direcciones. En cuanto se libró de ellos salió del establo con la intención de escaparse de allí pero se topó con el resto de aquel grupo que esperaba allí fuera.
-Asaltante 4: No me digas que se les ha escapado la mocosa... ¡Vaya panda de inútiles!-
Imperia no se lo pensó mucho ante aquello, viéndose superada en número cogió su grimorio buscando uno de los hechizos prohibidos que había en este. Al conjurarlo un enorme dragón eléctrico cayó sobre el lugar reduciendo a cenizas el resto de integrantes así como una gran parte de los barrios bajos dejándola con la única opción de escapar del lugar antes de que fuese capturada.
Lamentablemente se vio en problemas en más de una ocasión teniendo que matar a otros para sobrevivir o llegar a comer insectos y hiervas del campo pues su falta de dinero no le permitía comprar alimentos o buscar una habitación en la cual dormir. Pese a ello ha seguido viajando con la intención de algún día sobrepasar todo lo conocido para convertirse en la mayor hechicera.